Recientemente, en una presentación durante una conferencia de la Asociación Americana del Corazón, se ofrecieron los resultados de un seguimiento a más de 20.000 adultos en EE UU durante una media de ocho años. En ese periodo, los que restringieron el tiempo de alimentación a ocho horas diarias vieron cómo su riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular se incrementó en un 91%. Entre los que tenían una ventana para comer de más de ocho horas, pero menos de diez, el riesgo aumentó en un 66% frente a los que comieron sin esa limitación temporal.
Si el resultado se confirmase, la nueva dieta de moda sería una práctica de riesgo para la salud, pero el estudio está muy lejos de ser una condena definitiva para el ayuno intermitente.