Sexo, Mentiras, Coimas e Instagram: artículo para leer de Panamá Revista
Firma: Lorena Álvarez @Lualvarez panamarevista.com

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Una pareja aparentemente perfecta y envidiable se rompe. Tras unos días de silencio sobre los motivos estalla la bomba: una infidelidad como aparente motivo de la ruptura. Con una novedad en estos asuntos, la infiel es ella.
Las redes hacen su gracia habitual en estos tiempos: lapidar al culpable. Pero una conferencia de prensa de la protagonista, al mejor estilo maradoniano, frena la ira de los chismosos indignados. Ella pide perdón, reconoce su “error” y da explicaciones que no se le exigen ni a un ministro ni a un presidente. Ni siquiera a un hombre.
A la noche, el ex marido también sale a poner paños fríos en una rueda de prensa donde ruega piedad para su ex amada. Todo esto mientras la economía sigue congelada, las elecciones no le importan a nadie y la corrupción empieza a ser una palabra letal que afecta el corazón de un gobierno que venía a cambiar todos los vicios de la política.
Un audio de un funcionario cercano involucra al alma del gobierno: la hermana presidencial. La sombra terrible de la palabra coima se esparce en el aire. Una nueva ruta K del dinero, con tufillo a pase de facturas internas demuestran que al final no hay cierre de listas tan tranquilos para imaginar venganzas que se comen frías. Todo es aquí y ahora. Como los arrolladores tiempos que corren que hacen imaginar que las polémicas por “Homo argentinum” ya cumplieron diez años, aunque en tiempo real solo haya pasado una semana. La velocidad es otra marca de agua y fuego de estos años.
Pero entonces en medio de estas maromas, ¿cómo se explica que importen tanto los asuntos de índole privado en tiempos donde lo público se viene resquebrajando de una manera inusitada? ¿Será que la aspiración y el deseo cuando son enfrentados a la realidad, sin filtros que embellecen, despiertan la ira de los comunes que se sienten embaucados por los objetos de su aspiración y de envidia?
Como si al enterarnos que nuestros objetos de envidia no eran tan perfectos como creíamos, al punto en que merecen, por ende, un enérgico “repudio” en un mundo donde todos creemos ser panelistas de LAM, graduados en la Universidad de Intrusos
Como si al enterarnos que nuestros objetos de envidia no eran tan perfectos como creíamos, al punto en que merecen, por ende, un enérgico “repudio” en un mundo donde todos creemos ser panelistas de LAM, graduados en la Universidad de Intrusos
En épocas donde las redes (incluyendo los estados de wasap) actúan como el espejo donde nos reflejamos y donde nuestras módicas vidas comunes parecen un cúmulo de carencias frente a las perfectas vidas ajenas, el conflicto de pareja de un dúo de famosos alcanza el estatus de asunto de Estado.
Como si al enterarnos que nuestros objetos de envidia no eran tan perfectos como creíamos, al punto en que merecen, por ende, un enérgico “repudio” en un mundo donde todos creemos ser panelistas de LAM, graduados en la Universidad de Intrusos. Y cuyo derecho adquirido inamovible en este tiempo es opinar, indignarse y juzgar, habilitados (o creyendo que lo estamos) por la exhibición de la intimidad que hoy es parte de la vida de cualquiera. Porque la intimidad rota ya no es solo un modo de vivir de famosos e influencers, sino la normalidad de los comunes que cuentan desde cómo tienen sexo, hasta las benditas fotos sobre riquísimas comidas o los formidables viajes que se disfrutan en tiempos donde la pobreza aumenta. Sin olvidarnos de las publicaciones con capturas de pantallas sobre charlas íntimas en donde se muestra la propia sagacidad (dejando mal parado al otro) o los relatos donde la brillantez de los hijos es otro de los hits a la hora de exponerse.
Es que somos los editores de nuestras propias tapas de revista mostrando los retazos de la perfección que queremos que nos envidien. Nada se guarda porque ante todo somos instagrameables. Y a su vez, se esconde lo cotidiano, lo gris, lo simple o lo doloroso, eso que nos hace simples mortales, pero que en esta época pareciera ser una degradación. (Podríamos decir que no fue ninguna casualidad que uno de los grandes éxitos de la temporada ficcional 2024 haya sido “Envidiosa”. El estado en el que se vive a toda hora.)
Pero mientras la exhibición de las vidas perfectas se multiplica, la ansiedad, la depresión y la angustia crecen. Estamos cada vez más rotos y mal parados mientras se elucubra un próximo posteo para demostrar felicidad, una felicidad que necesita, más de una vez, de un clona para sostener la angustia. En el fondo, ni ricos y famosos, solo comunes parados frente al ojo ajeno esperando que nos digan te amo. O siendo los metiches resentidos de las vidas ajenas que impúdicamente se muestran para generar envidia. Un círculo del infierno que ni Dante se imaginó y que nos está arrastrando lenta pero claramente a una epidemia silenciosa: lo endeble de nuestra salud mental.
Ella pide perdón, reconoce su “error” y da explicaciones que no se le exigen ni a un ministro ni a un presidente. Ni siquiera a un hombre
Así pues, en la misma semana que vimos a Gimena Accardi dar explicaciones sobre su vida matrimonial también fuimos testigos de la irrupción de una azafata que asegura ser la tercera en discordia en otro matrimonio de ensueño: el de Martin De Michelis y Evangelina Anderson. Porque lo que otrora quedaba puertas abiertas por pudor hoy se grita a los cuatro vientos por un minuto de fama. Todo vale, aunque dure un suspiro.
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Mientras el caso Libra apenas rozaba al gobierno por la dificultad de muchos de entender el caso (aunque fue el primer cimbronazo) con la palabra coima, arraigada en lo profundo de nuestro ser nacional, al oficialismo se le asestó un duro golpe. Ningún “argentino de bien” desconoce de qué se trata, agregando que fue uno de los motivos que impulsó a mucha gente a tirar del mantel del sistema político a la hora de elegir a un outsider como Javier Milei, que cargaba con excentricidades tales como perros clonados, pasión por gritar y amor a la motosierra pero que emanaba, para muchos, la honestidad necesaria. “Está loco, pero es honesto”. ¿Qué pasó con el “superhéroe disfrazado de cantante de La Renga que venía a derrotar a los políticos corruptos”?
En plena campaña electoral de medio término, a menos de dos años de haber sido elegido, queda atrapado en las redes de la palabra corrupción rompiendo uno de los pocos acuerdos con sus votantes. Un audio, un funcionario de su riñón, el fantasma del apellido Menem, su hermana y una detención en Nordelta, como parte del torbellino que puede hacer de la próxima elección un misterio aún más insondable de lo que venía siendo.
Abriendo el interrogante sobre si de esta nueva desilusión se saldrá votando opositores o engrosando las filas del ausentismo, el nuevo actor de la política que viene tomando fuerza al punto de protagonizar los más variados análisis políticos. Faltan casi veinte días para ir a votar, pero en este país guionado por sádicos parece que aún estamos a siglos de pasar por las urnas. Nuestro arco narrativo es tan variado que quizás una nueva rueda de prensa de dos artistas hablando de sus desamores nos distraiga de la profundidad de los asuntos públicos haciéndonos caer en la vorágine de los temas privados. Esos evasores de la realidad tan potentes que nos llevan a creer que la vida es mejor si sos panelista de LAM.
