28 marzo, 2024

Jorge Prieto y el retiro de la gigantografía que reflejaba la obra de Rodolfo Campodónico

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«El día de la inauguración fue unos de los días más felices del Flaco, se le cayó más de una lágrima, dejarle esto a Trenque me parece maravilloso (me dijo emocionado hasta el tuétano en un fuerte abrazo)», señala el autor

Con mucha tristeza vi finalizar el proceso de destrucción de uno de los hitos urbanos más representativos de nuestra ciudad, primero se lo abandonó y luego se lo terminó desarmando, no faltó algún ingenuo que publicó estaba feo, mejor que lo sacaran aunque tengan que cambiar los folletines de promoción turística.

Prieto, Jorge

Mi dolor no proviene de haber sido el autor y ejecutor del proyecto sino de su historia, de sus valores culturales, artísticos, de su inmenso significación para el espacio público de nuestra ciudad, de una identidad tal, que difícilmente un habitante o mejor aún, ningún visitante se fuera de la ciudad sin esas imágenes en su retina, de eso se trata un hito urbano, es más que un edificio es una referencia estética y emocional única que caracteriza a la ciudad.

Mencioné su historia y corresponde decir que una importante gestión de Carlos Font, por entonces intendente y amigo del Flaco, la decisión política de Felipe Sola por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires y el deseo del propio Campodónico lograron que ese inmenso patrimonio cultural viniera a nuestra ciudad.

Trenque Lauquen ciudad, Rodolfo y su profunda humanidad (que tuve la suerte de compartir) y la tremenda dimensión de la obra, requerían un lugar de privilegio, merecían ser parte de la gente, de la ciudad, su obra debería ser vista sin tener que ir a verla, porque básicamente de eso se trata el arte mural, ser de la calle esta en su ADN , enriquecer el espacio público es uno de sus objetivos básicos y vaya si lo logró, jamás me imaginé que terminaría recluida dentro de un galpón al que llaman museo.

En algunos de los términos antes mencionados le propuse oportunamente a Jorge Barracchia el proyecto, los porqué y el cómo de su ejecución, en realidad no tuve que explicarle mucho. Entendió de inmediato la dimensión social entre otras de la propuesta y aceptó ejecutarlo. Lamentablemente no lo pudo ver terminado. El día de la inauguración fue unos de los días más felices del Flaco, se le cayó más de una lágrima, dejarle esto a Trenque me parece maravilloso (me dijo emocionado hasta el tuétano en un fuerte abrazo).

En su momento el debate fue, originales si, originales no, con buen criterio se decidió poner gigantografía en reemplazo de los originales por cuestiones de mantenimiento, los antecedentes no eran buenos si se dejaban a la intemperie, se depositaron entonces en un galpón ferroviario. Paso seguido comencé a diseñar una ampliación del museo que permitiera colocar los originales sin riesgo de deterioro por estar cubiertos y a la vez puedan ser vistos del exterior al tener por delante un curtain wall a la altura de los murales y generando dos nuevas salas de exposición en el nivel cero. Sería engorroso detallar por escrito los detalles del proyecto pero importa decir que se mantenía la relación con la calle y durante la noche la iluminación generaba un espectáculo permanente de arte y arquitectura que enriquecería fuertemente la expresión urbana (quisiera saber donde terminó ese proyecto que deje en un cajón de mi escritorio cuando deje mi cargo). Pero si no hubiese sido ese proyecto, podría haber sido otro pero nunca este triste y pobre final.

Tengo en claro que diseñar y entender la ciudad es ciertamente complejo por la multiplicidad de factores que concurren en ello. Sé también que no es tarea facil para profesionales estándar, ni para intendentes mediocres, pero para este caso en particular, un poco de sensibilidad,
un mínimo de sentido común, un indicio de inteligencia, o un disimulo mínimo de la ignorancia, lo cual no parece mucho pedir, hubiese alcanzado al menos, para no destruir.

Arq. Jorge O. Prieto